martes, 5 de abril de 2011

María Guerrieri

Corriendo 1

Iba corriendo alrededor de una cuadra casi plana, di
varias vueltas enloquecida por la velocidad.
Paré en una esquina y vi una laguna ancha, como un
río parecido al mar.
En ese momento fue importante distinguir la
reverberación dorada y silenciosa que hizo el agua
cuando se superpusieron en un mismo espacio dos
corrientes de direcciones distintas.
El brillo fue total pero fugaz.

Corriendo 2

Corriendo sin mirar para atrás, fui yendo hacia
Cabildo, pero no resultó acertado mi camino.
La avenida no llegaba a cruzarse conmigo, me
evitaba decidida a no dejarme pasar.
Saltando me subí al techo de una casa vecina y un
helicóptero explotó en mi cabeza.

La vincha está rota

Ayer me compré una vincha preciosa de plástico
verde olivar en la tienda más amplia de la ciudad.
Tiene bolitas engarzadas, como si fuesen perlitas
aplastadas y en el centro un corazón.
Me la puse y salí a buscar piedras.
Andaba buscando unas cúbicas y sabía que podía
demorarme bastante en esa tarea. Como era
temprano primero descansé en el pasto, y escuché en
lo alto el zumbar de las abejas. Los mosquitos
durante ese tiempo fueron felices con mis piernas.
Yo empecé a enojarme con la naturaleza y con el sol.
Nunca quise que esto me suceda, pero tengo que
admitir que soy muy quejosa, y si no estoy en trance
toda nimiedad me supera.
Los eucaliptus deshacían sus flores en pelitos de
hilos amarillentos que me cubrieron toda la cara, y ahí
me sentí flotar...me volví tan liviana que me elevé
suavemente, acostada en una cama de aire cálido.
La vincha por ser de un material sintético, inorgánico,
se me cayó en el camino y se partió.

No hay comentarios:

Publicar un comentario